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domingo, 13 de marzo de 2016

Autobiografía Lectora y Audiovisual

Monica Zaffino

Caperucita Roja, Hansel y Gretel, Los tres cerditos y Cenicienta. Todo empezó así: con unos pequeños cuentos que casi todas las noches mi madre o mi abuela me contaban de pequeña poco antes de acostarme. Recuerdo con nostalgia aquellos días, cuando escuchar sus historias, estando calentita en la cama, era uno de los momentos que más me gustaban del día.

Cuando por fin en primaria aprendí a leer, tenía ganas de apreciar la lectura por mí misma y me acerqué poco a poco al mundo de los cómics. Mi estantería pronto se llenó de historietas de Topolino, Paperinik, o de Le Giovani Marmotte, que cada semana mi padre me compraba junto a las cintas de video de Disney al regresar del trabajo.

Con el paso del tiempo mis costumbres y mis preferencias lectoras fueron cambiando y novelas como El jardín secreto, Las aventuras de Tom Sawyer, Mujercitas, Aquellas mujercitas, Harry Potter empezaron a llenar las tardes aburridas después del estudio.

Como todos los adolescentes de aquella época, mis lecturas se alternaban al visionado de series televisivas como Friends, Buffy la cazavampiros, Como conocí a vuestra madre, The Big bang Theory  y de películas como por ejemplo Origen, El resplandor, Olvídate de mí que siguen, hoy en día, deleitándome en mi tiempo libre.

Los años del instituto fueron duros pero, aunque la mayoría de las veces los profesores nos obligasen a leer unos libros para luego examinarnos, destrozando el placer de la lectura, tuve la suerte de tener unos maestros de vida que me acercaron a algunos de los grandes autores de la literatura italiana. El Barón Rampante, El visconte demediado, El caballero inexistente, El nombre de la rosa, Los novios, son sólo algunos de los libros que mi mesita de noche tuvo el placer de tener encima.

El periodo universitario no fue exento de grandes autores y libros que se subseguían en mis noches insomnes: Reencuentro, La sombra del viento, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, La soledad de los números primos, El vencedor está solo, Cumbres borrascosas, Pedro Páramo, Gomorra, El señor de las moscas, Siddhartha, La Historia; ese último libro en particular describe la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos del pequeño Useppe y es en mi opinión uno de los mejores que he leído hasta ahora.

Quisiera concluir mi autobiografía lectora con una cita del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa que mejor sintetiza lo que para mí también representa el encanto de la lectura:
"Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado. Casi 70 años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir las palabras en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio. […] La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura”.

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