Sara Spalletta
Para
contar mis personales aventuras a través de los libros y de los autores que han
coloreado mi personalidad es imprescindible nombrar a De Amicis, Rodari, La
Fontaine, Perrault, Andersen y ¿cómo no pasar por la ingenuidad y la
inconsciencia del Pinocchio de Carlo
Collodi? Cuando era niña compartí la lectura de estos libros mágicos con mi
hermana gemela, así que las expresiones de su cara hacían de espejo a mis
emociones y esto fue como vivirlas dos veces.
El
viaje continúa hasta llegar a la adolescencia, la lectura ahora se convierte en
algo más íntimo y personal; es justo aquí que conocí las aventuras de Jim
Hawkins, Jonathan Livingston, Oliver Twist y del Principito, que me hicieron
soñar y reflexionar al mismo tiempo.
De repente “mi
ritrovai in una selva oscura” de los libros que me mandaron en bachillerato con
todos los crueles exámenes del caso, así que para lograr salir del Infierno y
llegar al Paraíso, me refugié en las historias grotescas, mágicas y crudas al
mismo tiempo, de Italo Calvino, como Il
Visconte dimezzato o Il Barone
rampante; este escritor que me conquistó por su escritura no solo clara y
sencilla, sino también profunda y simbólica.
Un libro que
recuerdo haber leído en este periodo con placer fue The Kite Runner de Khaled Hosseini, una historia de amistad que me
hizo reflexionar sobre el poder que puede tener la casualidad en la vida de
cada persona.
El viaje ha
llegado a una edad más adulta, cuando en la universidad me acerqué a la literatura
francesa y española que, por cierto, han plasmado mi mente y mi manera de ser.
A esta altura no puedo no hablar de L’éducation
sentimentale y de Madame Bovary,
que me hicieron enamorar del estilo de Flaubert y de la perfección con la que sabía
pintar en sus páginas la esencia de la natura humana, y sobre todo de la mujer.
No
puedo no citar también a Yasmina Reza, escritora, novelista y dramaturga
francesa contemporánea a la que me apasioné después de ver una representación
teatral de su obra Le Dieu du Carnage,
conocida en español como Un dios salvaje
que fue adaptada al cine por Polanski en 2011 y que, junto con las otras obras
teatrales de esta autora, tiene el poder de hacerte reír y de dejarte, un
instante después, solo contigo mismo a meditar sobre el infierno que existe en
cada uno de nosotros y en lo difícil que son las relaciones entre los hombres.
Al
acabar este viaje os confieso también que me relajo y me río muchísimo leyendo el
cómic Zerocalcare de Michele Rech, un
historietista italiano muy joven que en 2011 empezó a difundir su trabajo en su
blog (zerocalcare.it). A través de “Armadillo”, la personificación de su
consciencia, crea historias autobiográficas a veces pesimistas y amargas, que expresan
muy bien el malestar vivido por su generación.
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