Nerea Méndez
Poco a poco fui cambiando los cuentos por las novelas;
fui creciendo con Harry Potter (que de
vez en cuando vuelvo a leer todavía) o con Memorias
de Idhún de Laura Gallego, en una época en la que la fantasía me ayudaba a
soñar despierta. Mientras tanto, los profesores me llevaban por otros caminos, como
el de las leyendas de Bécquer, y me iban enseñando su magia. Tuve suerte de
tener una casa con muchos libros, y eso me llevó a conocer otras lecturas que a
mis padres les gustaban mucho, como Tintín.
También tuve suerte de tener profesores de literatura que transmitían su pasión
por las novelas, la poesía, el teatro; gracias a ellos, desde hace muchos años,
cada vez que miro el cielo de noche, no puedo evitar pensar en el Romance de la luna, luna.
Y así fue como me di cuenta un día de que el mejor
escritor que ha habido para mí escribe en español y, aunque no vive, puedo
seguir viajando a Macondo con su ayuda siempre que quiera. Me di cuenta de que
lo que yo iba viviendo podía asemejarlo con otros personajes, como Andrés
Hurtado de Pío Baroja, o Andrea de Carmen Laforet. Y también me di cuenta de
que, de vez en cuando, había que vivir más como Quijote. Pero no solamente me
he volcado en los clásicos de antaño, ni mucho menos, también otros escritores
han llegado a gustarme mucho, como Carlos Ruiz Zafón o Arturo Pérez-Reverte,
por ejemplo.
Todo esto me lleva al día de hoy, leyendo de todo, con
curiosidad por conocer a escritores a los que todavía no he podido leer,
incluso volviendo a la literatura juvenil. Me he dejado muchísimos títulos y
autores en esta lista, pero es que sería imposible poder ponerlos todos, aunque
muchos de ellos hayan influido en mi vida.
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